¡TU ERES TAN LIBRE EN CUERPO Y EN ESPÍRITU COMO LO ES LA LUZ REFLEJADA DEL ALMA!
Ideas de aplicación metafísica para la Lección Bíblica trimestral de la Ciencia Cristiana sobre
“Alma y cuerpo”
del 15 al 21 de noviembre de 2021
por Kathy Fitzer, Lake St. Louis, MO
traducción libre de P.Kelly autorizada por W.Huff
Todo nuestro ser — incluidas todas las funciones y las condiciones corporales — está única y exclusivamente gobernado por, y sujeto a, la ley de Dios. A lo largo de esta Lección aprendemos acerca de que Dios es la fuente, y el hombre es el efecto. La llave para la armonía y la salud es comprender esta relación.
En el TEXTO ÁUREO Pablo nos dice a nosotros, al igual que a los Corintios: “…glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios “. (1 Cor. 6:20) Es grandioso tener la seguridad de que “estamos en buenas manos” — que todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu (todo nuestro ser) pertenecen a Dios — expresan la plenitud de Dios y son cuidados por Dios. Espíritu en este caso proviene de la palabra griega que significa alma racional, principio vital o disposición mental. Me gusta pensar que lo que nos hace a nosotros ser nosotros (o sea, expresar nuestra identidad física o mentalmente) no es algo que nosotros hemos creado, o en lo cual nos hemos quedado atascados, o que deberíamos tratar con falta de respeto. Cada uno de nosotros es una expresión individual de la Vida, la Mente, la Verdad y el Amor. La armonía reina cuando mantenemos una visión correcta de Dios, y del hombre como hecho a imagen de Dios. Cuando amamos a Dios, nos amamos a nosotros mismos y a los demás, y actuamos de una manera que edificará y fortalecerá la integridad nuestra y la de los demás — en lugar de dañarla o socavarla. Cada individuo en el universo es precioso y está bellamente hecho, porque Dios ama a Su creación y Se expresa a Si mismo a través de Su creación.
Piensa en un compositor componiendo una hermosa melodía. Cada nota es vital para el conjunto. Cada nota está completa y en su lugar correcto. El papel de cada nota es expresar su armonía y tonalidad naturales para que la pieza musical pueda expresar la plenitud de su gloria (su magnificencia y belleza). Si, al interpretar la música, una nota se toca mal o se omite, y la armonía es interrumpida, es posible hacer una corrección y restaurar esa armonía. Y así sucede es con nosotros. Si vamos a glorificar (honrar y magnificar) a Dios en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para vivir de acuerdo con la bondad y la pureza y el orden de Dios. E, incluso si sucede algo que interrumpe esa armonía, un cambio en la forma en que percibimos nuestra identidad — de material a espiritual — vuelve a poner las cosas en línea y la armonía reina una vez más.
Como se nos dice en la LECTURA ALTERNADA, debemos dejar de pensar en nosotros mismos como el centro de las cosas. A medida que elevemos a Dios en todo lo que hacemos (ir a la cima de la montaña, por decirlo de alguna manera), el orgullo y la arrogancia que nos meten en problemas van a desaparecer, y dejaremos de convertir en dioses a las cosas que no tienen ningún poder real. El cuerpo puede convertirse fácilmente en un ídolo si no tenemos cuidado. Pues lo revisamos para ver cómo se siente y cómo se ve, — en lugar de mirar a Dios para que nos diga cómo estamos y cómo nos sentimos. ¿Acaso nuestro cuerpo realmente nos define? Pablo escribió a los corintios que incluso si nuestro cuerpo fuera destruido, “tenemos una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”. Nuestra identidad no puede ser tocada. Cuanto menos pensamos en nuestro cuerpo, más libres seremos para “revestirnos”, para que la mortalidad “sea absorbid[a] por la vida”.
Pienso en “las arras del Espíritu” como una especie de señal o promesa de lo que vendrá siempre que perseveremos. Vislumbramos nuestra naturaleza espiritual y experimentamos la curación. Un día lograremos una comprensión tan completa que perderemos toda sensación o sentido de mortalidad. Mientras tanto, debemos pensar y actuar con valentía (que se expresa como tener confianza) a medida que nos aventuramos fuera del hábito familiar de juzgar todo desde una perspectiva material, y reclamar nuestra identidad como siendo una con Cristo (la Verdad, el hombre ideal) y viendo nuestra relación con todos los demás como establecida en este mismo vínculo con Cristo. La mayoría de nosotros no tenemos que dar el valiente paso de dejar físicamente nuestra patria y adentrarnos en territorio desconocido. Pero muchos lo hacen. Y lo hacen porque saben que, a pesar de las dificultades, la promesa de lo bueno supera las dificultades del viaje. Lo mismo es cierto cuando dejamos la creencia de que vivimos en un cuerpo y adoptamos la nueva comprensión de que todo nuestro ser es como un rayo de luz en Cristo — indivisible de Dios (la Vida, la Verdad, el Amor, el Principio y la Mente). ¡Aceptemos con brazos abiertos la desaparición de lo viejo y extendámonos a lo nuevo!
[Warren: Cuando estés listo para terminar con una vieja fábula y despertar a un nuevo yo, aquí está la letra de una canción significativa y cantada con sentimiento por Desiree Goyette, miembro del personal de CedarS y madre de Lily & Ben Bogas:
Déjalo ir
Désirée Goyette
© 2010 Lightchild Publishing (BMI)
“Déjalo ir, déjalo ir
Nunca, jamás fue realmente una parte de ti
Parece tan real, pero más allá del humo
Tu tienes el poder de reconocer lo que es falso, y lo que es verdad
A través de la ardientes llamas de la duda
Deja que la luz del Amor te guíe afuera
Y déjalo ir, déjalo ir, déjalo ir
“Di adiós al pasillo del infierno
donde esperamos y nos preguntamos cómo llegamos a esto
Simplemente una sola chispa puede borrar la oscuridad
Y donde vamos nos arrastra hacia afuera de lo que hemos hecho
A través de las llamas ardientes del miedo
Viene la Verdad que nos guía de regreso desde allí hasta aquí,
Así que déjalo ir, déjalo ir, déjalo ir
“Te estás cansando del ayer,
El pesar bailando en círculos alrededor, con la misma vieja canción.
Esperando que nos dejen ir, esperando que se mantengan alejados.
Sin embargo, somos nosotros los que seguimos sosteniéndolo”.
“Así que déjalo ir, déjalo ir
Elevándose más allá de las cenizas del deseo
Para estar en la luz del poder eterno
Donde nunca jamás ni siquiera olerás un rastro de fuego
Contempla el pasado mediante los ojos de Sabiduría
Como una bendición disfrazada
Simplemente déjalo ir, déjalo ir, déjalo ir”
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SECCIÓN 1: DIOS ES NUESTRA MORADA
¿Cuál es la relación entre Dios y el hombre? ¿Dios vive en nosotros — o nosotros vivimos en él? A veces hablamos de Dios como viviendo en nuestros corazones. Si eso significa tener una conciencia plena e inquebrantable de la presencia de Dios — eso es genial. Pero es importante que no limitemos la grandeza de Dios confinando el infinito a una expresión finita, o siendo engañados a pensar que tenemos un alma que vive en un cuerpo, hasta que es liberada por la muerte. Tal como discernió Mary Baker Eddy, “Alma o Espíritu significa Deidad y nada más” (cita C1, 466: 20). No podemos limitar el alma (o sea, la identidad) a un cuerpo físico. “La creencia de que un cuerpo material sea el hombre es una concepción falsa del hombre” (cita C4, 285: 16-18). Al darnos cuenta de lo que Pablo les dijo a los atenienses, acerca de que “en Dios vivimos, y nos movemos, y somos [o tenemos nuestro ser, según la Versión King James]”, podemos experimentar la seguridad, la capacidad, la completitud y la inteligencia que son inherentes a la comprensión de que nosotros somos verdaderamente la expresión misma del bien infinito al cual llamamos a Dios — no confinado por un cuerpo material (cita B2, Hechos 17:28 CEB).
Estamos agradecidos, por cuanto Cristo (el mensaje de Dios que llega al hombre) nos despierta continuamente del falso concepto del alma como habitando en el cuerpo. Entonces, perdemos el temor que proviene de juzgar nuestro bienestar de acuerdo con la evidencia física. El profeta Isaías aseguró a la gente de su tiempo — y la misma promesa es válida para nosotros — “Israel, no tengas miedo. Yo te he rescatado. Yo te he llamado por tu nombre; ahora tú me perteneces” (cita B4, Isaías 43: 1, versión en inglés CEV). ¡Dios nos rescata de un falso sentido de identidad!
El mundo nos llama con todo tipo de nombres — muchos de los cuales no son positivos — e identifica la fuente de lo bueno y lo malo como siendo el ADN o las influencias ambientales y las experiencias a las que hemos estado sujetos. ¡Rechaza consciente y vehementemente todo eso! Dios te da tu nombre (te identifica), te dibuja y te crea, y te llama por tu nombre para despertarte y que veas quién eres en realidad. Asegurémonos de no responder a ningún nombre que no sea el nuestro, y respondamos rápidamente cuando Dios llama — ¡sabiendo que nunca podremos estar fuera del abrazo del Espíritu infinito, el Amor!
SECCIÓN 2: TU ERES EL JARDÍN SANTO Y CULTIVADO DE DIOS
¿Alguna vez te has considerado a ti mismo como el campo cultivado de Dios — la granja o el jardín de Dios, en el cual Él plantó la mejor semilla, la mantuvo bien regada y libre de yerbas y yuyos, y recogió la cosecha en el momento justo?
O, ¿qué tal ser el edificio de Dios que Él ha creado de acuerdo con especificaciones perfectas – útil, con propósito y fuerte – e incapaz de ser dañado, mucho menos destruido, por tormentas, terremotos o inundaciones? (cita B9, I Cor. 3: 9) No solo te ha construido con especificaciones perfectas, sino que también te ha decorado bellamente — por dentro y por fuera — para que haya un hermoso flujo de luz, forma, color y sombreado perfecto. Si no has pensado en ti mismo de esa manera, ¿por qué no empezar ahora mismo y mantener ese modelo claro siempre delante de tu pensamiento?
Nuevamente se nos recuerda en Ciencia y Salud que “La Ciencia revela que el Espíritu, el Alma, no está en el cuerpo, y que Dios no está en el hombre, sino que es reflejado por el hombre. Lo mayor no puede estar en lo menor” (cit. C8, 467: 17-28). Renunciar a un sentido material de identidad no significa que simplemente nos convertimos en una masa amorfa de algo anodino que no tiene individualidad. Considerando nuevamente el ejemplo de las notas musicales, la nota no está en el instrumento que la toca. Nuestra individualidad única no está en un cuerpo o personalidad mortal, sino que es expresada en forma única y plena. Cada nota tiene un tono distinto que permanece único mientras se combina con los otros. Cada uno de nosotros — independientemente de las opiniones o puntos de vista humanos — es la idea valiosa de Dios que tiene un lugar claro en el Reino de Dios. Cuando nos vemos como tales, debemos, como las notas musicales, complementarnos, en lugar de entrar en conflicto, unos con nosotros.
Esta semana obtuve un sentido más claro de lo que Pablo quiso decir cuando escribió: “El templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (cita B9, I Corintios 3:17). Ahora tiene más sentido para mí. Mientras consultaba los Comentarios Bíblicos y diversas traducciones, llegué a comprender que Pablo está hablando de que la gente es santa –tal como el templo es santo. Su (y nuestra) santidad no podría ser contaminada tal como la santidad del templo no podría ser contaminada. Ambos pertenecen a — y son preservados por — Dios. Ser santo, tal como se usa aquí la palabra griega, es ser sagrado (conectado con Dios), puro y moralmente intachable. Reclamando que, como siendo nuestra identidad, podemos esperar y velar por la perpetua concesión de Dios sobre nosotros de seguridad, suficiencia, paz, salud y bienestar.
SECCIÓN 3: NEUTRALIZA EL ERROR CON LA VERDAD ATANDO AL HOMBRE FUERTE
Esta sección nos ayuda a comprender el poder espiritual que sana el cuerpo … así como el “alma”. La curación física fue una parte integral del ministerio de Jesús, tal como lo es de la Ciencia Cristiana — algo que debemos esperar y en lo cual regocijarnos. Pero, el valor real de la curación es que, en el proceso, una sensación de pecado (o creencia errónea sobre Dios y el hombre) es corregida y destruida — dejando al hombre libre de la esclavitud a cualquier cosa distinta a Dios, el bien. Puede ser tentador concentrarse en lo que debemos hacer, o en cómo debemos orar, para eliminar cualquier problema físico que aparezca en nuestra experiencia. Pero la curación es más que un cambio en la evidencia física.
Cuando los escribas acusaron a Jesús de sanar por Beelzebú (el príncipe de los demonios), él aclaró lo que realmente significa la curación. Explicó que una casa dividida — el diablo destruyendo las obras del diablo — seguramente caería. Él habló de la necesidad de atar al “hombre fuerte” primero, y luego el cuerpo (que el “hombre fuerte” — o creencia errónea — había ocupado) sería liberado de cualquier cosa que lo mantuviera en esclavitud (cita B10, Marcos 3 : 7, 8, 10, 11, 22-27). Piénsalo … si alguien se ha apoderado de tu casa física, está viviendo en ella, ha cambiado las cerraduras y la está destruyendo por dentro y por fuera, la solución no sería intentar reparar cada parte dañada mientras el perpetrador aún está adentro. La única forma de recuperar tu casa y ponerla en orden es deshacerse del intruso.
Pensemos en eso en términos del hombre en el estanque de Betesda. Parecía que el problema era que no podía caminar y que no tenía a nadie que lo ayudara. A causa de eso, él nunca podría ser el primero en entrar a la piscina cuando se agitaba el agua, que él creía que era la única forma de curarse. Tenía todas sus excusas alineadas. Claramente era una cuestión de competir por bendiciones limitadas, y él siempre perdería. Sin embargo, cuando Jesús le preguntó si realmente quería ser sanado, dijo que sí. Y cuando Jesús le dijo al hombre que se levantara y caminara, ¡lo hizo! (cita B11, Juan 5: 2-9). Entonces, en este caso, parece que el hombre fuerte que estaba atado era uno de desesperanza y de un prejuicio sobre cómo sería la curación. Pero, una vez que esos pensamientos limitantes fueron atados, el hombre fue libre de responder al mandato de Cristo. ¿Puede suceder ese tipo de curación hoy? ¡Absolutamente! La Ciencia del Cristo está muy presente y activa.
El “hombre fuerte” puede presentarse de muchas formas. Recientemente, tuve una rodilla lesionada que parecía resistir la curación. Yo obtendría percepciones espirituales y progresaría, pero no un alivio duradero. Recientemente, me he centrado menos en solucionar el problema porque quería recuperar mi libertad de movimiento, y más en verme a mí mismo como Dios me ve — completa, perfecta y libre — por el propósito de glorificar a Dios. Creo que el hombre fuerte en mi caso fue la creencia de que se había producido una lesión, que mientras yo estaba involucrada en una actividad correcta, algo podría suceder que me quitara el dominio. A medida que fui más consciente en rechazar esa mentira básica de la posibilidad de que ocurriese una lesión, mi pensamiento ha cedido “a la armonía de la Mente divina” (cita C15, 162: 4). El Cristo – “la divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado” ató al hombre fuerte y mi salud fue restaurada (cita C14, 583: 11). Sin embargo, me doy cuenta de que necesito responder al mismo mandato que Jesús le dio al hombre que fue sanado, cuando lo vio más tarde en el templo … “no peques más” (cita B11, Juan 5:14). El pecado es creer que el cuerpo es lo que necesita curación, en lugar de ver que todo error es neutralizado y la curación ocurre cuando se conquista al “hombre fuerte” de la creencia en un poder aparte de Dios.
SECCIÓN 4: EL CRISTO SANADOR ES REVELADO AL SENTIDO ESPIRITUAL
A medida que Jesús sanaba a más y más personas, incluidos los ciegos y mudos, la gente comenzó a preguntarse si Jesús podría ser el Mesías prometido (cita B13, Mateo 12:22, 23). Los siguientes versículos de Mateo, hablan de nuevo (como en la Sección 3) acerca de los escribas que acusan a Jesús de sanar a través del poder de Beelzebú, o el líder de las fuerzas del mal. Cuando sucede la curación, o sucede el bien, ¿atribuimos infaliblemente la fuente de ese bien solo a Dios? O, a veces pensamos que tal vez el tiempo sanó la situación, o “las cosas simplemente salieron bien”.
El razonamiento humano puede ser lento en aceptar la presencia de Cristo y su influencia sanadora. Pero, como explica Pablo, el mensaje finalmente llega, cuando el Espíritu de Dios lo revela al corazón receptivo (cita B14, I Corintios 2: 9, 10). Mientras dependamos de nuestra comprensión humana de Dios (o usemos el razonamiento humano para comprender cómo obra Dios) no obtendremos la imagen completa de lo que está sucediendo. Pero podemos confiar en que el Espíritu Santo se comunicará directamente con el sentido espiritual (la “capacidad consciente y constante de comprender a Dios”) que todos poseemos (CS 209: 31–32). La clave es ceder a esa inspiración o revelación. Acepta la Verdad como Verdad — independientemente de cómo parezca contradecir la lógica o el razonamiento humanos. Como escribe Mary Baker Eddy, “La evidencia de la existencia del Espíritu, el Alma, es palpable sólo al sentido espiritual, y no es aparente para los sentidos materiales, que conocen únicamente aquello que es lo opuesto al Espíritu”. (cita C19, 359: 11). A los que eran físicamente ciegos se les hizo ver. El Cristo también abre los ojos de los espiritualmente ciegos para que puedan reconocer la presencia y el poder de la Verdad.
SECCIÓN 5: HONRA A DIOS MIENTRAS ABRAZAS TU CUERPO EN TU PENSAMIENTO
La idea de ser el templo de Dios incluye honrar a Dios viendo a tu cuerpo como la expresión completa de las cualidades espirituales de bondad, balance, equilibrio, integridad, fuerza, solidez, sanidad de mente, etc., que son inherentes al hombre porque son inherentes a Dios, el hacedor del hombre. (cita B15, I Corintios 6:19, 20; cita C26, 428: 9). Además, se hacían sacrificios en el templo. Pablo exhortó a los romanos a que “presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo” y no “ser conform[ados] a este siglo [o mundo], sino ser … transformados “por medio de la renovación de vuestro entendimiento [mente]” (cita B12, Romanos 12: 1, 2).
Yo quería comprender mejor esa idea de hacer de mi cuerpo un sacrificio vivo. Al considerar los Comentarios Bíblicos, mi sensación es que sacrificar nuestro cuerpo y nuestra mente a Dios significa consagrarnos por completo al servicio de Dios y hacer nuestro mejor esfuerzo para mantenernos puros y “sin mancha”. Ellicott dice: “El adorador debe ofrecerse, o presentarse, a sí mismo ante Dios, con todas sus energías y poderes vivientes dirigidos conscientemente al servicio de Dios”.
Para mí, eso significa que cualquier cosa que hagamos, lo que sea que hacemos, lo hacemos para honrar y alabar a Dios. Por ejemplo, en lugar de practicar gimnasia para fortalecernos o estar más en forma, nos ejercitamos para demostrar la fuerza y la aptitud que Dios nos ha dado. Más bien que comer demasiado porque creemos que la comida llenará algún tipo de vacío, o de no comer porque estamos tratando de perder peso, podemos comer una dieta balanceada sin preocuparnos demasiado, ya que reconocemos que Dios es la fuente de todo el bien. Dios satisface. Como deseamos honrar a Dios, sacrificamos (renunciamos) a las teorías humanas y los antojos mortales y confiamos en que el Amor nos guíe mientras estamos siendo saciados con Su bondad.
La parte de Ciencia y Salud de esta sección está llena de directivas sobre cómo ser el dueño o amo del cuerpo: cómo “toma[r] posesión de [nuestro] cuerpo” abrazándolo con pensamientos de salud, plenitud, simetría, belleza, todo lo que es bueno… Nosotros decidimos si somos amos o esclavos del cuerpo. No vivimos en el cuerpo. Más bien, abrazamos nuestro concepto de cuerpo en nuestro pensamiento y vivimos en el Espíritu, el Alma. (cita CS24, 223: 2)
Dios nos ha hecho dueños o amos de todas las cosas y podemos renunciar a “confianzas equivocadas y evidencias materiales a fin de las verdades espirituales del ser puedan aparecer” (cita C26, 428: 9). La tentación es ser mesmerizados [hipnotizados] por las apariencias externas y la sensación física. Pero, a medida que cambiamos de pensamiento y nos aferramos a la visión que Dios ve de nosotros — rectos, completos, libres, sin un solo elemento de error — el cuerpo no tiene otra opción que ceder a esa imagen verdadera. He visto esto demostrado una y otra vez a medida que los dolores y molestias se desvanecen mientras el pensamiento permanece enfocado como un rayo láser en aquello que es, más que en lo que la materia sugiere.
SECCIÓN 6: CONÓCETE A TÍ MISMO COMO EL REFLEJO DEL ALMA
Esta última sección nos lleva al punto de partida de donde comenzamos con la Lectura alternada. Se nos recuerda que debemos mantener a Dios en el centro de todas las cosas, y mantener nuestros ojos en lo que Dios sabe para poder experimentar la armonía de Dios aquí y ahora. Pablo les dice a los Corintios, “nuestra competencia proviene de Dios”, y no de nosotros mismos. Aquí hay un par de traducciones de ese versículo que realmente hacen más claro el mensaje: “No es que seamos aptos (calificados y suficientes en capacidad) por nosotros mismos para formar juicios personales o para reclamar o contar cualquier cosa como proveniente de nosotros, sino que nuestro poder y la capacidad y la suficiencia son de Dios “. Y, “No tenemos derecho a afirmar que hemos hecho nada de nosotros mismos. Dios nos da lo necesario para hacer todo lo que hacemos” (cita B20, II Corintios 3: 4, 5, 18, Versiones en inglés AMPC, CEV).
El día después de que escribí esta sección del MET tuve la oportunidad de caminar por un sendero que era un poco empinado. Al bajar, me encontré a mí misma preocupada de que pudiera tener dificultades para volver a subir, porque esa había sido mi experiencia en el pasado. Desafié ese pensamiento y consideré las palabras de Pablo acerca de que mi suficiencia (mi habilidad) proviene de Dios. Decidí que esta era una gran oportunidad para demostrar ese hecho. También recordé un letrero que vi en un sendero cuando caminaba por el Gran Cañón. Decía: “Bajar es opcional. Subir es obligatorio “. Yo siempre he tomado eso como un comando para elevarme en el pensamiento y lograr lo que sea necesario hacer. Armada con estos pensamientos, subí la colina con confianza y estaba muy agradecida por la libertad que experimenté. Fue una hermosa oportunidad para verme a mí misma como el reflejo del Alma y saber que mi cuerpo no podía argumentar lo contrario.
Entender que reflejamos el Alma, — que somos “los hijos de la luz” — levanta todos los límites y nos libera para ser todo lo que Dios nos hizo ser (cita C32, 249: 33; B19, I Tesalonicenses 5: 5). Así como la luz brilla sin esfuerzo, brillamos nosotros. Cuando nos veamos a nosotros mismos como el resplandor de Dios, tendremos la confianza de “mirar hacia donde queremos caminar” y “actuar como poseyendo todo poder derivado de Aquel en quien tenemos nuestro ser”, como escribe Mary Baker Eddy. (cita C30, 264: 11, 31). Para mí, eso significa negarnos a enfocarnos en las limitaciones; sino que, por el contrario, significa permanecer enfocados en cómo deben funcionar las cosas en un mundo perfecto (tal cómo realmente funcionan en la realidad de la creación de Dios) incluso antes de que la evidencia física haya cambiado). Y actuar como si no hubiera limitaciones, o problemas, o conflictos o insuficiencias de ningún tipo, –en nuestros cuerpos humanos o en los gobiernos o en los organismos sociales. ¿Eso es ser ignorar o no darnos cuenta o ser ciegos a la realidad? ¡¡¡No!!! Más bien, está abriendo nuestros ojos a lo que es verdaderamente real — a lo que Dios cual es la situación en realidad.
El hombre, hecho a la semejanza de Dios, debe reflejar todo lo que es como Dios. “Mirar hacia donde queremos caminar” significa enfocarse en el modelo perfecto. No significa esbozar obstinadamente lo que humanamente nosotros vemos como una solución. Pero, a medida que dejamos ir toda la voluntad humana y toda la responsabilidad humana y vemos a Dios como la única influencia controladora, la situación humana se alineará con esa influencia divina.
En ocasiones, cuando me he sentido desanimada por algo que no cede, he descubierto que necesito asegurarme de que mi pensamiento se mantenga enfocado en lo que Dios sabe, y no se distraiga con lo que parece estar sucediendo. Al igual que cuando se enciende la luz en una habitación, las sombras se disipan y se ve la realidad del Bien. Dios tiene el control, y tanto el espíritu humano como el cuerpo humano (o el cuerpo social) deben ajustarse a ese control a medida que obtenemos un sentido cada vez más claro de la relación entre Dios y el hombre. ¡Dios es el único hacedor! Tú y yo y toda la humanidad reflejamos naturalmente lo que Dios está haciendo. ¡¿No estamos agradecidos?!