Join us for your best summer yet!

Estar Disponible Para El Amor
Ideas de Aplicación Metafísica para la Lección Bíblica Trimestral de la Ciencia Cristiana:

“Amor”
Enero 
23—29, 2023

By Craig L. Ghislin, C.S. Godfrey, Illinois
craig.ghislincs@icloud.com /  office 630-830-8683, cell 630-234-3987

Traducción libre por Heidi Colmenero y autorizada por Warren Huff


INTRODUCCIÓN

El Texto Áureo de esta semana de la Primera Epístola a los Corintios es una profunda promesa: “El amor nunca deja de ser” (Version Reina-Valera 1Cor. 13:8). Este pasaje no se refiere al amor romántico celebrado y llorado por juglares y poetas. Como Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, y autora de su libro de texto denominacional, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, escribe sobre el amor: “Los mortales tergiversan y califican impropiamente el afecto; hacen de el lo que no es, y dudan de lo que en realidad es. … Ninguna palabra es más mal interpretada; ningún sentimiento menos comprendido” (Escritos Misceláneos 1883-1896, p. 250:4-6, 9-10).

En este versículo Bíblico, Pablo se refiere al ágape griego, ese profundo amor cristiano que es “el amor de Dios por el hombre y del hombre por Dios”. (Léxico griego-inglés de Liddell y Scott). Es el amor que no puede fallar. El teólogo británico Adam Clarke (c1760-1832) amplía su significado:

… [el amor] es el medio de conservar todas las demás gracias; más aún, propiamente hablando, las incluye a todas; y todas reciben de él su perfección. Nunca se puede prescindir del amor a Dios y a los hombres. Es esencial para la vida social y religiosa; sin él no puede mantenerse la comunión con Dios; … Sin él nunca hubo verdadera religión, ni podrá haberla jamás; y no sólo es necesario durante toda la vida, sino que existirá por toda la eternidad.

Entonces, ¿por qué la Biblia Reina-Valera utiliza la palabra “caridad” en lugar de amor? Adam Clarke explica que caridad originalmente significaba más que donar a los pobres. Viene de una palabra griega charus que significa “gracia y favor por parte del que lo hace y del que lo recibe”. De este modo, caridad tiene sentido porque se refiere más a un espíritu amoroso de dar que al mero acto de dar. Según Clarke, el significado correcto es “caro, costoso, un alto precio”.  Hablaremos más de esto en la Sección 3.

La palabra inglesa love deriva del “teutónico leben to live, porque el amor es el medio, … y preservador de la vida; y sin él, la vida no tendría nada deseable”. El amor es, pues, el acto supremo. Pablo está mostrando a los corintios que, a pesar de sus muchos dones y buenas acciones, les falta amor en su dar y en su temperamento y trato mutuo. Clarke escribe que Pablo les está mostrando “el espíritu, el temperamento y la disposición en que [las buenas obras] deben hacerse, y sin los cuales todo lo demás debe ser ineficaz.”


En la Lectura Alternada, Pablo refuerza su argumento de que, por muchos dones espirituales que uno tenga, sin amor no son nada.

A continuación, tenemos todos los versículos, excepto dos, de uno de los capítulos más conocidos de la Biblia:1 Corintios 13. Aquí Pablo amplía el significado del amor. Dado que hay numerosos comentarios bíblicos y libros enteros escritos sobre este capítulo, le sugiero encarecidamente que lo estudie a profundidad por su cuenta. Pero por ahora, he aquí un breve resumen.

El Amor es:

  • – Paciente-dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario, soportando persecuciones, enfermedades, injusticias, etc., así como manteniendo la esperanza de que todo se resolverá a la manera y en el tiempo de Dios.
  • – Bondadoso: tierno, compasivo, suave, gentil, sumiso a Dios, sin crear problemas a nadie.
  • – No tiene envidia: siempre se alegra de la buena suerte de los demás, sin celos, resentimiento ni amargura.
  • – No se pavonea: no desea el reconocimiento ni el aplauso.
  • – No se envanece: rebosa humildad sin ningún sentimiento de prepotencia.
  • – No se comporta de forma grosera: mantiene el decoro, los buenos modales y la urbanidad.
  • – No busca lo suyo: antepone el bienestar de los demás al suyo propio.
  • – No se irrita fácilmente-el significado original es “no se irrita”, no permite que las circunstancias le amarguen a uno por muy mal que se ponga.
  • – No piensa mal -nunca sospecha malas intenciones detrás de actos exteriormente buenos, espera transparencia, honestidad, no inventa ni concibe el mal.
  • – No se regocija en la iniquidad-no dice mentiras, ni chismes; ni busca venganza, ni se regocija cuando el mal le sucede a otro.
  • – Se regocija en la verdad: acoge y abraza la verdad y la bondad cuando y dondequiera que se encuentren.
  • – Soporta todas las cosas-oculta las cosas que deberían ser contenidas.
  • – Cree en todo: confía en el bien y lo engrandece.
  • – Lo espera todo: tiene una expectativa continua de cosas buenas y anticipa buenos resultados a través del poder de Dios.
  • – Todo lo soporta: se somete a pruebas, aflicciones y desafíos con plena confianza en que se restablecerá el bien.

Pablo lo resume donde empezó. Todo don humano, por impresionante que sea, es susceptible de fracasar; pero el amor es permanente y nunca falla.


SECCIÓN 1: INICIA CON EL AMOR QUE DIOS TIENE POR NOSOTROS  

Consideremos lo que nos hace falta para vivir ese ágape, o amor cristiano. Comienza con el amor de Dios por nosotros. Al fin y al cabo, Dios es Causa y el hombre es efecto. Pero, ¿cómo podemos reconocer el amor de Dios por nosotros? En Sofonías, el profeta describe el cuidado de Dios en los términos humanos más elevados que conocía. Habla de Dios como presente en medio de nosotros, poderoso en poder y siempre dispuesto a salvarnos. Dios se alegra por nosotros y nos ama continuamente, cantando sobre nosotros con alegría (cit. B1- Sofonías 3:17). Eso se parece mucho al amor que un padre siente por un hijo. Es natural e incondicional. Como escribe Mary Baker Eddy, “el afecto maternal perdura bajo cualquier dificultad” (CS 60:10). En Isaías (cit. B2-Isa. 54:10, 11, 13), vamos un paso más allá. Los amigos, la familia, las riquezas, la posición, el estatus… prácticamente cualquier situación o relación humana puede fallarnos. Pero nada puede separarnos del amor de Dios.

Podemos sentirnos afligidos, zarandeados por la violencia o la confusión, pero el Amor divino siempre está disponible para consolarnos. Isaías también señala que “todos… los hijos” serán enseñados por Jehová” (Is. 54:13). Nadie queda excluido.

Juan hace eco de sus antepasados en el Antiguo Testamento al declarar con valentía: “Dios es amor… le amamos porque él nos amó primero” (cit. B3-I Juan 4:16 we, 19). El teólogo presbiteriano Albert Barnes (1798-1870) resume también el sentimiento del profeta y apóstol:

En nuestras pruebas; en la oscuridad que nos rodea; en las perplejidades que nos salen al encuentro y nos avergüenzan… aprendamos a repetir esta declaración del discípulo favorecido: “Dios es amor”. ¡Qué pruebas no podremos soportar, si nos sentimos seguros de ello! Qué nube oscura que parece cernirse sobre nuestro camino, y envolver todas las cosas en tinieblas, no será brillante, si desde el fondo de nuestras almas podemos decir siempre: “¡Dios es amor!”

La Descubridora de la Ciencia Cristiana dice que no podemos pedir más, ni ir más lejos, ni más alto que el saber que “Dios es Amor” (cit. S1-CS 6:17-18). Ella veía el Amor expresado en toda la creación (cit. S2-CS 516:9-19). A menudo utilizaba la luz del sol como metáfora del amor con el que Dios nos rodea. Una de mis afirmaciones favoritas hechas por ella fue registrada por William Rathvon: “Cada hoja de cada árbol declara perpetuamente que Dios es Amor” (We Knew Mary Baker Eddy, Amplified Edition, Vol. 2, p. 541). También coincide con otros teólogos al reconocer que la poca fiabilidad de la ayuda humana nos obliga naturalmente a buscar consuelos espirituales (cit. S3 CS 265:23-26). Mary Baker Eddy concebía a Dios -el Amor infinito- como llenando todo el espacio (cit. S4-520:3-5), pero eso no se debe a que Dios exista en la naturaleza o en el espacio material. Todo lo contrario. Es porque nosotros existimos en Dios. Dios es lo primero. Así como nosotros amamos porque Él nos amó primero, la relación amorosa padre-hijo en la experiencia humana existe en el reflejo de Dios como Padre-Madre, y no al revés (cit. S5-CS 516:19-21).


SECCIÓN 2: DIOS ES EL SANADOR

Esta sección comienza con un recordatorio de que Dios está disponible y es fiable “24 horas al día, 7 días a la semana” (cit. B4-Sal. 46:1, 4-6). Cuando necesitamos protección, ¿dónde encontramos refugio? En Dios. Cuando estamos demasiado débiles para continuar, ¿dónde encontramos fuerzas? En Dios. Cuando necesitamos ayuda, ¿tenemos que ir a algún lugar para encontrarla? No. Dios está con nosotros. Dios nos proporciona todo lo que necesitamos. Vivimos en Él. Su fuerza es nuestra fuerza. Sea cual sea la confusión que nos rodea, la calma siempre se encuentra en Dios.

La curación de la lepra de Naamán (cit. B5-2 Reyes 5:1-4, 9-14) se presenta a menudo como un énfasis en la necesidad de que Naamán aprendiera a ser humilde. En el contexto de esta Lección, veo algo un poco diferente. Es cierto que, debido a su posición, Naamán esperaba una bienvenida más cálida. Se veía a sí mismo como un gran hombre que resultaba ser un leproso y esperaba ser tratado como especial. Eliseo, por otro lado, lo vio como un leproso que resultaba ser un gran hombre. En este sentido, vemos que Eliseo no trató a Naamán de manera diferente a como trataría a cualquier otra persona. Pero otra razón por la que no hizo un gran alboroto sobre la curación fue que Eliseo estaba demostrando humildad. Esto le mostró a Naamán que Eliseo no era el sanador, sino Dios.

El mensaje de Pablo nos pide también a nosotros que practiquemos con el amor más puro, motivos honestos y mansedumbre desinteresada (cit. B6-2 Timoteo 2:22 seguir, 24 ser, 25 (a 1ª;)).

Ciencia y Salud nos enseña que las acciones humanas no tienen poder para mover a Dios a hacer otra cosa que lo que Él ya ha hecho. No se trata de cuánto hagamos. La curación consiste en reconocer humildemente que Dios es el único Hacedor (cit. S6-CS 2:8). No importa cuál sea nuestro estatus o posición. Dios nos trata a todos por igual. Todos están invitados a las aguas curativas (cit. S7-CS 13:2). La imagen del río en el Salmo 46 se define en nuestro libro de texto como símbolo del pensamiento tranquilo que no se ve perturbado por los obstáculos caóticos del error cuando nos rendimos al poder divino (cit. S8-CS 593:14-17). Pero a veces hay peligros en el río. Como ilustra esta sección, uno de los mayores obstáculos tanto para el que sufre como para el aspirante a sanador, es el amor propio. El autor nos insta a dejar que el Amor disuelva este “adamante del error, la voluntad propia, la justificación propia y el amor propio” (cit. S9-CS 242:15). Un “adamante” es una piedra de dureza impenetrable. Hay que señalar que esta instrucción para la curación no sólo se dirige al que sufre. Se aplica igualmente al aspirante a sanador. La curación no es el resultado del esfuerzo humano. Es ceder la voluntad humana al “movimiento sin esfuerzo” del Amor divino (cit. S10-CS 445:19-21). Esto es clave. Recuerda que la decisión de Eliseo de no hacer de la curación un espectáculo fue tan importante como la necesidad de humildad de Naamán. El amor y los motivos correctos nos fortalecen y nos guían. Nuestra parte es ser pacientes y no estorbar el camino de Dios (cit. S11-CS 454:18).


SECCIÓN 3: EL AMOR ES SUFRIDO

Recordemos de la lectura alternada que el amor no se comporta con rudeza y no se deja provocar. A menudo oímos estas palabras en diversas traducciones, pero aún así necesitamos que se nos recuerde que debemos seguirlas. Uno de los peligros de considerarse “justo” es la tendencia a ofenderse cuando uno es agraviado. “¿Cómo se atreven?”, podemos pensar. “¿Saben con quién están hablando?”. Si añadimos esto a la tendencia animal a reaccionar sin pensar, en lugar de responder con moderación reflexiva, vemos con qué facilidad pueden estallar los conflictos y desembocar en resultados hirientes.

En la antigüedad, la venganza era la norma. Pero el camino cristiano es diferente. Una carta a los hebreos cristianos (cit. B7-Hebreos 10:24 ) nos recuerda que todos tenemos algo en lo que debemos trabajar, y en lenguaje moderno el mensaje es básico: “¡daros un respiro!”. Jesús también lo sabía. La antigua ley decía: “ojo por ojo”. Pero Jesús subió el estándard con lo que se ha dado en llamar la Regla de Oro: “…todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos;” (cit. B8-Mat. 7:12 todas las cosas (a ;)). Ten en cuenta que esto es proactivo. No esperes a que el otro te haga algo malo. Da tú mismo el primer paso tratándole bien de antemano. Recuerda: “El amor es bondadoso”. Pero Jesús reconoció que a veces nos topamos con conflictos, y también tenía una solución inusual para eso: Si te atacan… no tomes represalias. Responde con moderación. No sólo eso, sino de hecho: ama a tus enemigos. ¿¡Qué!? Esa afirmación es tan radical hoy como lo era hace dos mil años. Es más, ¡deberíamos rezar por ellos! Jesús nos recuerda que Dios es imparcial al señalar que tanto las personas malas como las buenas disfrutan del sol y de la lluvia sin ser juzgadas (cit. B9-Mat. 5:39 cualquiera, 44 Amor, 45). Si queremos parecernos a Dios, debemos mostrar también amor y paciencia universales.

Ciencia y Salud es inequívoca en la postura de que el “odio humano” es inadmisible (cit. S12-CS 454:9-10). Ninguna situación tiene el poder de incitarnos al mal. Romanos 8:38, 39 (cit. B10) nos asegura que nada puede separarnos de Dios. Mientras que de esto deducimos que Dios no puede ser apartado de nosotros, la “doctrina de la Ciencia Cristiana” es que nosotros no podemos ser apartados de Dios, ni puede revertirse ninguna cualidad espiritual (cit. S13-CS 304:9, 18-19). Puede parecer que amar a nuestros enemigos podría acabar siendo una pérdida de tiempo, pero nuestro libro de texto dice que aunque nuestros esfuerzos sean rechazados, no importa. Nuestros intentos y nuestra intención de amar siempre traen sanación (cit. S14-CS 57:22-24). Nótese que esto no quiere decir que deban gustarnos o que debamos convertirnos en sus mejores amigos. El amor, o la caridad, no tiene nada que ver con gustar o no gustar, porque el amor no se basa en el mérito. Recordemos que la Biblia Reina-Valera utiliza la palabra “caridad”, y que un matiz de la palabra griega significa “costoso, o de alto precio”. Amar no siempre es fácil. El amor sufre mucho y perdura ya sea si es correspondido o no. De hecho, nos cuesta algo. La ley es simplemente… amar. De hecho, se nos dice que la única forma de desarraigar el error es lavarlo con “mareas de amor” (cit. S15-CS 201:17-18).

Nuestra Líder nos aconseja amar por igual a amigos y enemigos. Tanto si están de acuerdo como si no lo están con nosotros, nos aconseja “juzgar con rectitud”, es decir, contener la lengua. Nada de lo que digan puede herirnos de verdad. Puede que nos sintamos mal por ello, y no pasa nada. Pero nunca debemos temer, porque al final reinará el Amor (cit. S16-CS 444:13-22). Así pues, el amor requiere trabajo e intención. Parafraseando al filósofo y teólogo Søren Kierkegaard: “Es fácil amar al prójimo a distancia, pero si no puedes amarlo delante de ti, no lo amas en absoluto”.


SECCIÓN 4: EL AMOR SANA

Las Escrituras nos dicen que el abundante suministro de fe y amor de Jesús vino a través de la gracia (cit. B11-1 Tim. 1:14). El Maestro lo demostró una y otra vez perdonando a sus perseguidores y sanando incluso en circunstancias angustiosas.

Como la mayoría de nosotros sabemos, es difícil pensar con claridad en medio de la ira, especialmente cuando se intenta curar. Sin embargo, Jesús estaba tan en sintonía con el amor que ni siquiera un destello de ira podía negar el poder sanador del Amor (cit. B12-Marcos 3:1-5). Jesús tenía todo el derecho a sentirse frustrado con los que le juzgaban por curar en sábado. Sin embargo, Jesús supo separar el odio de la verdad y la necesidad de curación. Respondió de una manera no amenazadora, haciéndoles reflexionar sobre la dureza de sus corazones. El hombre de la mano seca debió de asombrarse de que Jesús se atreviera a contradecir a las autoridades. La ira no los puso en su lugar, pero el amor sí. El amor de Jesús por el enfermo se impuso.

En las paredes de casi todas las iglesias de la Ciencia Cristiana encontramos estas palabras: “El Amor Divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (véase cit. S18-CS 494:10-19, 30-32). No estamos hablando aquí de mero afecto humano, bondad o incluso compasión. Estamos hablando del mismísimo Amor divino. Este amor sanador ha existido a lo largo de todos los tiempos y continúa supliéndonos en todas nuestras necesidades. Aunque lo parezca, esto no es milagroso. Es divinamente natural encontrar nuestro refugio y nuestra fuerza en Dios. Jesús demostró este poder y enseñó que sus seguidores también debían hacerlo. Nótese aquí, que como antes, el miedo y el mal deben ser expulsados tanto del practicante como del paciente. Para que quede claro, en este contexto estoy definiendo a un practicante como cualquier persona que practica honestamente la curación. Para ser eficaz, el amor al prójimo debe practicarse tanto si uno se dedica profesionalmente a la curación como si no.

Lo ideal es curar como lo hizo el Maestro. Se nos enseña que es posible si llegamos al paciente a través del Amor (cit. S19-CS 365:15-19). Ese es el ideal. Es nuestro objetivo. La única manera de alcanzar ese objetivo es encarnar el mismo amor y la misma fe a través de la gracia, como hizo Jesús. Él practicó con coherencia en cada situación. Si deseamos los mismos resultados curativos, así debemos hacerlo nosotros.


SECCIÓN 5: LA FAMILIA DE DIOS

Lo oímos en todos los servicios dominicales de la Ciencia Cristiana, pero ¿con qué frecuencia nos tomamos realmente el tiempo de considerar lo que significa ser hijo de Dios? Adam Clarke señala que el propio Juan no nos da realmente la respuesta. Simplemente nos pide que la “contemplemos” (cit. B13-1 Juan 3:1 (a :)). Es común sentirse solo, olvidado, dejado de lado e incluso ignorado. Pero como seguidores de Cristo, nos unimos a una familia que no tiene favoritos. Cada individuo es apreciado por el Amor divino. La primera epístola de Juan sigue recordándonos que, como miembros de la familia de Dios, nos corresponde amarnos también los unos a los otros (cit. B14-1 Juan 4:7). Al fin y al cabo, somos descendientes del Amor. Mary Baker Eddy dijo una vez a un estudiante: “Esto es lo que el mundo debe ver antes de que podamos convencer al mundo de las verdades de la Ciencia Cristiana” (Mary Baker Eddy Christian Healer, p. 484).

Cuando le informaron de que su madre y su familia venían a visitarle, Jesús dijo “cualquiera que haga la voluntad de Dios… es mi hermano, y mi hermana, y mi madre” (cit. B16-Marcos 3:31-35). Como Clarke lo define “Los parientes mejor reconocidos de Cristo son aquellos que están unidos a él por lazos espirituales, y que han llegado a ser uno con él por residir en su Espíritu”. ¿Cómo cambiarían nuestras relaciones si todos adoptáramos este punto de vista?

Ciencia y Salud nos dice que la clave para amarnos unos a otros de esta manera, es reconocer “un solo Padre, Dios mismo” (cit. S20-CS 469:30-5). Esto refuerza el hecho de que amamos porque Él nos amó primero. En el mundo fracturado de hoy puede parecer imposible que personas y gobiernos con puntos de vista tan divergentes lleguen a vivir amándose los unos a los otros. Pero con Dios es posible. La autora de Ciencia y Salud anhelaba y esperaba que llegara ese día (cit. S21-CS 55:16-21). La sabiduría convencional supone que la única manera de poner a todos del mismo lado es aplastar a la oposición. Pero el amor todo lo soporta, todo lo espera, todo lo cree. Nunca se rinde. Hay varios juegos en el campamento en los que el objetivo del juego es poner a todos de un mismo lado. Inevitablemente, esto se convierte en una estridente competición para “vencer” al otro equipo consumiéndolo. Pero, en los juegos y en la vida, el amor se maneja de otra manera. La forma más rápida de poner a todos de un lado es ganárselos con amor. Este amor profundo, espiritual y desinteresado, tal como lo demostró Jesús, es el cemento que nos unirá (cit. S22-CS 571:19).


SECCIÓN 6: EL AMOR NO PIENSA MAL; NO SE ALEGRA DE LA INIQUIDAD

Mary Baker Eddy se refiere al “cemento de una humanidad superior”. En la misma línea, el teólogo John Gill (1697-1771), llama al amor, “el cemento de los santos, y el vínculo de la perfección, sin el cual todos los dones que los hombres tienen, la profesión que hacen, y las obras que hacen no son de utilidad alguna, y ellos mismos no son nada.” Está considerando las palabras de Pablo: “Que el amor sea sin disimulo” (cit. B17-Rom. 12:19). Pero, ¿qué es el disimulo? Es asumir una falsa apariencia-pretender ser algo que no se es.

Jesús llamó la atención a Simón el fariseo sobre este punto (cit. B18:-Lucas 7:37-40, 44-47 Simón). No sabemos realmente por qué Simón invitó a Jesús a cenar con él. Pero sí sabemos que, aunque exteriormente piadoso, en secreto se mostró muy crítico con la mujer que entró a lavar los pies de Jesús con sus lágrimas. La crítica y el juicio han sido durante mucho tiempo un reto para los religiosos de todas las creencias. Jesús no lo permitió. Señaló a Simón que, como anfitrión, había descuidado ofrecer a Jesús incluso las cortesías rutinarias, y que no tenía por qué juzgar a la mujer que rebosaba amor y gratitud sinceros. Las críticas y los juicios suelen revelar arrogancia, grosería, egoísmo, mezquindad, sospecha y estereotipos, todo lo cual es una infracción del amor, tal como lo describe Pablo en 1 Corintios 13.

En su correspondencia con las iglesias incipientes de su época, Pablo insistía regularmente en la necesidad del amor. Recordaba a los romanos que no debían hacer más que amarse los unos a los otros; y más que eso, hacerlo cumplía la ley (cit. B19-Rom. 13:8 (a :), 10 el amor es). Gill nos recuerda que “toda la ley” es amor a Dios y al hombre; y no podemos amar a Dios si no amamos al hombre -y no sólo a una persona en particular, -sino a todo hombre en el sentido más amplio de la palabra.

Mary Baker Eddy nos dice: “El amor a Dios y al hombre es el verdadero incentivo tanto en la curación como en la enseñanza” (cit. S23-CS 454:17-18). Nos pide que consideremos dónde nos situamos en el espectro del amor. ¿Nos parecemos más a Simón? ¿Faltos de sinceridad-fingiendo-amar? ¿O como la mujer? ¿Somos humildes y permitimos que Cristo transforme nuestras vidas?

Las últimas cinco de las siete citas de Ciencia y Salud en esta sección son instrucciones claras que hablan por sí solas. Para resumir, no podemos “actuar” como sanadores, ni pretender ser amorosos. La única forma de curar es ser amoroso. Fingir es mentirse a uno mismo y a los demás. Cuando nos relacionamos con las personas, especialmente en la curación, debemos estar presentes con ellas, escuchándolas, honrándolas y amándolas con ternura. Elevarnos por encima de las creencias mortales nos permitirá escuchar los problemas de los demás sin dejarnos arrastrar por ellos. Cuando Cristo toca de verdad nuestros corazones, nos ponemos a disposición de su poder sanador.


SECCIÓN 7:  APRECIA LO MAS GRANDE

Para tener éxito en cualquier cosa, necesitamos practicar. La fe nos ayuda a definir nuestro objetivo. La esperanza nos infunde la esperanza de alcanzarlo. Pero sin amor -el combustible que nos hace seguir adelante frente a todos los obstáculos, cuando todo lo demás falla- no llegaremos muy lejos (cit. B20-1 Cor. 13:13). El amor no sólo nos lleva adelante y nos saca de situaciones imposibles, sino que nos cura. No es nuestro esfuerzo lo que cura, es ceder al Amor y estar inmersos en esa zona de curación. Cuando nuestra práctica busque la verdad con el fervor de la mujer que lavaba los pies a Jesús -sin permitir que ningún obstáculo nos aleje de Él-, empezaremos a sentir el poder sanador en nuestras vidas (cit. B21-1Pedro 4:8 más arriba (a :)).

El amor hace el trabajo. Todos tenemos el mismo acceso a él (cit. S30-CS 518:19-21). Nuestro trabajo consiste en prestar atención a todos los elementos de los que hemos estado hablando en esta Lección. ¿Estamos cumpliendo con lo que es el amor? ¿Estamos evitando lo que no es el amor? De nuevo, no podemos fingir que lo tenemos, si no lo tenemos. Pero sin preocupaciones. Sin juicios. Empezamos donde estamos, reconociendo honestamente nuestra necesidad de amor, estando disponibles y aceptando la llamada a abrir nuestros corazones al poder sanador del Amor (cit. S31- CS 486:9-13 Ask).

No podemos hacer nada por nosotros mismos. Afortunadamente, “el Amor Divino es infinito” (cit. S32-CS 342:12). Recuerda: “El Amor nunca falla”. Así que, ¡pongámonos a su disposición!

American Camp Association

MAIN OFFICE
(November - May)
410 Sovereign Court #8
Ballwin, MO 63011
(636) 394-6162

CAMP OFFICE
(Memorial Day Weekend - October)
19772 Sugar Dr.
Lebanon, MO 65536
(417) 532-6699

Support our mission!

CedarS Camps

Back
to top